
La OMS (Organización Mundial de la Salud) define a la discapacidad como una restricción o limitación que tiene una persona para realizar tareas esenciales como el caminar, ver, oír, comer, bañarse o comunicarse, pero nada de eso debe impedir su derecho a tener una vida digna y productiva, sin embargo para lograrlo es necesario impulsar políticas públicas y ajustes necesarios, tal como se establece desde la Convención Internacional por los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU).
En el caso de México las discapacidades se clasifican en Visual, Auditiva, Motriz y Intelectual y Psicosocial, que en suma con base al Censo de Población y Vivienda 2020, realizado por el INEGI, en aquel año se registraron 6,179,890 personas con algún tipo de discapacidad, siendo 53% mujeres y 47% hombres, es decir el 4.9% de la población nacional.
Dentro ese segmento poblacional, el 48% de las personas manifestó tener dificultades para caminar, subir o bajar; el 44%, ver, aún usando lentes; 22%, oír, aún usando aparato auditivo; 19%, bañarse, vestirse o comer; 19%, recordar o concentrarse y 15%, hablar o comunicarse.
En el caso de Baja California se encontraron 151,945 personas con discapacidad, siendo de 3 años de edad y más, que en suma representan el 4.0% de la población estatal, siendo 52.4% mujeres y 47.6% hombres. Cabe destacar que en los resultados de ese censo de 2020 implementado en la entidad fronteriza, se identificó que al 45.9% de la gente le era difícil o imposible caminar, subir y bajar, mientras que el 43.9%, ver aún usando lentes, por tanto esto significaba una restricción parcial o total para ser parte de las actividades del hogar, integrarse a los contextos educativo o laboral.
El uso de bastón blanco para guiarse y movilizarse de un punto a otro, reduciendo el riesgo de accidentes o desorientación en espacios exteriores, así como aplicaciones digitales que reproduzcan sonidos para saber lo que se muestra en la pantalla de una computadora o dispositivo móvil, son tan solo algunos de los instrumentos o herramientas que una mujer u hombre con ceguera y de cualquier edad, puede llegar a utilizar, pero algo que es imprescindible, es el conocimiento del Braille, un sistema táctil para lectura y escritura, que permite acceder a libros con secuencias de hasta seis puntos en relieve, además de poder hacer movimientos en un cajero automático, ascender o descender a través de un elevador o saber el nombre de una caja de medicamentos.
El Braille no en cualquier parte se enseña, por tanto hay un desconocimiento generalizado de su utilidad y funcionamiento, de ahí que en los Libros de Texto Gratuitos que distribuye la Secretaría de Educación Pública del Gobierno de México, para el Ciclo Escolar 2023-2024, se incluye de manera inicial en el libro Nuestros saberes: Libro para alumnos, maestros y familia, dirigido al alumno del Primer Grado de Primaria (Educación Básica).
Es en la página 104 en donde se explica este alfabeto, así como su implementación, estimulando la sensibilidad social, logrando así la posibilidad de una mayor empatía circunstancial, lo que significa dar pasos más allá de la inclusión desde una temprana edad y con ello construir una mejor sociedad al hacer visible a la población con discapacidad visual y valorando esta forma facilitadora de la comunicación y de acceso a la información.
Dentro de ese aparatado se invita tanto a docentes, como alumnos, el practicar con el Braille, que aunque pudiera ser poco probable el que se tengan regletas y punzones para escribir, es posible encontrar y generar alternativas, algo sustitutivo, como el estructurar palabras con sopa de letras pegadas sobre una hoja siguiendo las reglas de este alfabeto inventado en el Siglo XIX por Louis Braille en Francia.