La falta de agua potable es mucho más mortal para los niños que la guerra en más de una docena de países. Cada año, 85.700 niños menores de 15 años mueren por diarrea relacionada con inadecuadas instalaciones de agua, en comparación con los 30.900 que mueren directamente por el conflicto.
Con la demanda de agua dulce, que se prevé que aumente más del 40 % a mediados de siglo, y el creciente impacto del cambio climático, la escasez de agua constituye una gran preocupación, alertó el Secretario General de la ONU durante el lanzamiento del Decenio en la Asamblea General.