Un grupo de expertos de la ONU concluye que Estados Unidos debe redoblar sus esfuerzos para acabar con la discriminación racial que afecta a los afrodescendientes y asegurar la rendición de cuentas de violaciones cometidas. Además, será necesario idear respuestas centradas en los derechos humanos al abordar cuestiones como la indigencia, las enfermedades mentales o la drogadicción.
Los datos sobre las personas que enferman y sucumben a causa del COVID-19 muestran que las comunidades de ascendencia africana, al igual que otras minorías étnicas en países como Estados Unidos, Brasil, Francia y el Reino Unidos registran tasas mucho más altas que otros grupos raciales. Para la responsable de velar por los derechos humanos en el mundo, las protestas en Estados Unidos resaltan, además, "no solo la violencia policial contra las personas de color, sino también las desigualdades y la discriminación racial endémica”.
Debido a su exclusión y discriminación los afrodescendientes tienen casi tres veces más posibilidades de vivir en la pobreza, tienen menos acceso a la educación y al empleo y están poco representados en cargos de toma de decisiones.