Expertos advierten que posibles medidas de comercio por el coronavirus COVID-19, pueden dar lugar a un mayor desperdicio de alimentos, y piden que no interrumpan la cadena de suministro, que afectaría a los más vulnerables. Las restricciones de exportación podrían causar una subida de precios a largo plazo.
Alimentos más caros, menos nutritivos y disrupciones en la cadena de distribución afectarán a todo el planeta y dramáticamente a los países más pobres, si no se toma acción para detener la degradación de la tierra y mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C. Incluso con un aumento de 1,5°C, hay grandes riesgos de escasez de agua, incendios, degradación del permafrost y de inestabilidad en el sistema alimentario.
Un nuevo estudio de la FAO revela que el consumo insostenible de plantas y animales, silvestres y domésticas, así como de otras especies que apoyan la producción alimentaria, está conduciéndolas a su extinción, lo que pone en grave peligro el futuro de los alimentos y medios de subsistencia, así como nuestra salud y el medio ambiente.
Las festividades de Año Nuevo son uno de los días en los que más comida se desperdicia en los hogares y restaurantes. Al año, unos 1300 millones de toneladas de comida producida para el consumo humano, o un tercio del total, termina en vertederos. Sin embargo, una de cada nueve personas en el mundo sufre de hambre.
El número de personas que pueden morir de hambre aumentó en 11 millones en 2017. Unos 124 millones de personas en cincuenta y un países pasaron tanta hambre que su vida y sus medios de subsistencia se vieron amenazados.