Alimentos más caros, menos nutritivos y disrupciones en la cadena de distribución afectarán a todo el planeta y dramáticamente a los países más pobres, si no se toma acción para detener la degradación de la tierra y mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C. Incluso con un aumento de 1,5°C, hay grandes riesgos de escasez de agua, incendios, degradación del permafrost y de inestabilidad en el sistema alimentario.
Por tercer año consecutivo, más de cien millones de personas sufrían la forma más grave de hambre, según datos relativos a 2018. Además, otros 143 millones de personas en el mundo estaban a un paso de ese destino.
Las festividades de Año Nuevo son uno de los días en los que más comida se desperdicia en los hogares y restaurantes. Al año, unos 1300 millones de toneladas de comida producida para el consumo humano, o un tercio del total, termina en vertederos. Sin embargo, una de cada nueve personas en el mundo sufre de hambre.
La sequía que sufre América Central ha provocado graves pérdidas en las cosechas de Guatemala, El Salvador y Honduras, amenazando la seguridad alimentaria de más de dos millones de personas vulnerables, según alertaron este jueves la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos(PMA).
Las consecuencias del hambre van más allá de la desnutrición. “Cómo te sentirías sin posibilidad de tener fuerza para trabajar, para mantener a tu familia, para traer agua? Los niños no pueden aprender, tienen tanta hambre que no se pueden concentrar”, resume.
Unos 150.000 niños Rohingya en Bangladesh están siendo vacunados contra el sarampión, la rubeola y la poliomielitis, como parte de una campaña apoyada por UNICEF y la Organización Mundial de la Salud
Unos 815 millones de personas en el mundo sufren hambre, lo que representa el 11% de la población del planeta y la cifra más alta en la última década, informaron este viernes cinco agencias de Naciones Unidas.