Aunque las mujeres migrantes centroamericanas que transitan por territorio mexicano tienen la necesidad de proteger su salud sexual y reproductiva no reciben información, atención especializada ni servicios gratuitos.
Las mujeres que forman parte del éxodo migrante y que viajan sin compañía de familiares se organizaron en grupos como mecanismo de seguridad frente a los posibles riesgos que les esperan en su tránsito por México hacia Estados Unidos.
Las mujeres y niñas hondureñas que han optado por solicitar refugio o asilo en México, se enfrentan a trabas burocráticas y retos legales que las discriminan por ser mujeres y migrantes, lo cual las deja sin opciones para atender el desgaste físico, emocional y los problemas de salud a causa de las extensas caminatas que han recorrido de casi 400 kilómetros, desde que salieron de San Pedro Sula, en Honduras.
El relator especial para los derechos de los migrantes, Felipe González Morales, ha pedido al Gobierno de Estados Unidos visitar el país para comprobar las condiciones en las que se encuentran los inmigrantes detenidos.
Para Yolanda, Ana Laura y otras mujeres más, la gran meta de su vida es reunirse con sus hijos e hijas, pero para estas madres deportadas de Estados Unidos la perspectiva es desoladora.
Ellas vinieron a México para buscar una vida mejor, pero en vez de eso fueron víctimas inocentes de una policía y una fiscalía que buscaba presentar éxitos en su “lucha” contra el crimen organizado. Tal es el caso de seis mujeres migrantes que pasaron años en la cárcel por crímenes que no cometieron, aseguraron organizaciones civiles.