La mayor parte de los niños que trabajan en el campo, lo hacen en las cadenas locales de suministro de alimentos y en la agricultura de subsistencia; sin embargo, son categorías generalmente ignoradas en la asignación de recursos financieros para combatir el trabajo infantil en el sector.
Aunque no está definida en la ley, la esclavitud moderna se utiliza como un término general que abarca prácticas como el trabajo forzoso y el matrimonio forzado.
Los informes preparados por los órganos de las Naciones Unidas y las ONG demuestran la persistencia de las viejas formas de esclavitud que subsisten al amparo de creencias y costumbres tradicionales. Esas formas de esclavitud son el resultado de una discriminación arraigada contra los grupos más vulnerables de la sociedad, como las personas consideradas de casta inferior, las minorías tribales y los pueblos indígenas.
Casi uno de cada diez niños en el mundo, o 152 millones, tienen que trabajar. Aunque desde el año 2000 esta cifra se ha ido reduciendo, con la tendencia actual, 121 millones de niños seguirán siendo víctimas del trabajo infantil en 2025.