Maureen, una trabajadora sanitaria comprometida con Uganda

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Luuka, una comunidad cuyo recurso fundamental es el cultivo de la caña de azúcar, se encuentra al este de Kampala, la capital de Uganda. Los ingresos de prácticamente todas las familias de las comunidades vecinas dependen del cultivo de la caña de azúcar, incluidos los niños y adolescentes que trabajan como jornaleros. Este y otros factores han provocado un aumento del abandono escolar en la región, así como una mayor prevalencia de embarazos adolescentes.

En Uganda, una de cada cuatro adolescentes tiene un hijo antes de los 18 años. La pandemia de COVID-19 también exacerbó los embarazos adolescentes y las nuevas infecciones por VIH entre las niñas y mujeres jóvenes. Estos factores constituyen un obstáculo para la educación y el empoderamiento de las niñas, contribuyen a una salud materna deficiente y perpetúan el ciclo de la pobreza. Según un informe de 2020, el este de Uganda (en particular los alrededores de Luuka) registra las tasas más elevadas de embarazo adolescente entre niñas de 12 a 17 años, con más de 600 casos sólo en este distrito.

Durante los últimos tres años, Maureen ha dedicado su tiempo a garantizar que las jóvenes y los miembros de su comunidad reciban los servicios sanitarios esenciales, así como la información necesaria que les permite llevar una vida sana. Su labor en el centro de salud de Bulalu consiste, por ejemplo, en dirigir actividades de movilización y sensibilización con miras a mejorar la concienciación acerca de los servicios sanitarios en la comunidad y su utilización.

“No tenía muchos conocimientos sobre la manera de relacionarme con las jóvenes generando confianza en ellas”, afirma Maureen. “Gracias a una formación, aprendí a relacionarme con adolescentes y jóvenes, y a trabajar con las partes interesadas y los compañeros de mi centro de salud local para crear un entorno propicio y seguro para las jóvenes”.

En respuesta a las alarmantes tasas de embarazo adolescente en Luuka, Maureen, junto con otros 32 trabajadores sanitarios (13 mujeres y 19 hombres), participó en una formación organizada en el marco del proyecto UNESCO-Universidad de Pekín, en colaboración con el Ministerio de Salud. La formación reforzó la capacidad de los trabajadores sanitarios en el ámbito de la prestación de servicios de salud, incluidos los relativos a la salud sexual y reproductiva y a las cuestiones de violencia de género en el distrito.

Durante la formación, Maureen y sus compañeros participaron en sesiones de juegos de rol y practicaron cómo comunicarse con los jóvenes y fomentar un diálogo seguro, solidario y abierto. “Tengo esperanzas en un futuro mucho mejor para quienes abandonaron la escuela y, en particular, para las adolescentes embarazadas que asisten al centro”, afirma Maureen. “Al menos ahora, gracias a la UNESCO, me siento segura cuando las oriento sobre sus dificultades”.

A challenge Maureen observed was to mobilize young people around their health and their rights. As part of the Uno de los desafíos que Maureen pudo comprobar fue la movilización de los jóvenes en lo que respecta a su salud y sus derechos. Como parte de las recomendaciones de la formación, Maureen y la administración del centro de salud crearon una “jornada amistosa para las adolescentes” que tiene lugar cada en el centro. Se trata de un día en el que se brinda especialmente atención a las necesidades específicas de las jóvenes de la comunidad.

También se introdujeron espacios adaptados a las jóvenes, en que se les proporciona la intimidad que necesitan y donde Maureen y sus homólogos promueven el empleo de un tono más afable y solidario, a la vez que practican la confidencialidad y garantizan que las jóvenes reciban los servicios por los que acuden al centro sufragando, en ocasiones, sus gastos.

Maureen explica que, en su labor como trabajadora sanitaria, a veces hace un esfuerzo suplementario para ayudar a que las jóvenes consigan determinado medicamento, especialmente cuando no se encuentra disponible en el centro de salud. “Este esfuerzo adicional no sólo ha generado confianza, sino que ha forjado vínculos más fuertes y una mayor colaboración entre los trabajadores sanitarios y los jóvenes de la comunidad. Estas relaciones han sido decisivas para mejorar los esfuerzos de movilización en favor de diversos servicios”.

Una utilización a gran escala de servicios sanitarios adaptados a los jóvenes en general

Gracias a los espacios adaptados a los jóvenes y a otras iniciativas puestas en marcha, son muchos más los que visitan el centro de salud para beneficiarse de diversos servicios, entre los que figura la búsqueda de información en materia de salud sexual y reproductiva. “Ha aumentado la asistencia al centro de salud en busca de servicios tales como la planificación familiar, las pruebas de VIH, la circuncisión masculina segura”, afirma Maureen. “Atribuyo esto a los conocimientos que pudimos adquirir durante la formación, en particular sobre la manera de trabajar con los jóvenes de mi propia comunidad”.

Con los conocimientos y habilidades que adquirió durante la formación, Maureen puede invitar ahora activamente a los jóvenes de su comunidad de Bukima a visitar el centro de salud. Comparte con ellos mensajes positivos de esperanza y vida sana. “Mi mensaje para todos los jóvenes es que eviten las prácticas nocivas que puedan poner en peligro su bienestar, su vida y su educación, como las relaciones sexuales sin protección, el consumo de sustancias y el acoso”, afirma Maureen. “Hago hincapié en la importancia de tomar decisiones responsables para conseguir resultados educativos positivos y un futuro más sano”.

La formación del personal sanitario constituye una de labores básicas de la UNESCO con el objetivo de fomentar un entorno de aprendizaje seguro y sano en el que todos los jóvenes estén escolarizados, informados sobre su salud y sus derechos, tengan acceso al apoyo y los servicios que necesitan y estén capacitados para tomar sus propias decisiones.


El proyecto UNESCO-Universidad de Pekín tiene como objetivo impulsar la salud y la educación de las niñas en Botswana, Nigeria y Uganda. Desde su creación en 2021, se han reforzado las capacidades de algunos centenares de decentes y agentes educativos para proporcionar información, educación y servicios de salud adaptados a las adolescentes. Mediante este proyecto, la UNESCO también ha facilitado varios documentos y procesos políticos, como las normas de los servicios de salud escolar y el plan estratégico nacional de gestión de la higiene menstrual. En Uganda, esta labor se llevó a cabo en dos distritos, de los cuales en el Luuka, se ha llegado hasta la fecha a más de 5 000 jóvenes escolarizados y sin escolarizar.

Esta iniciativa complementa la labor en curso de la UNESCO mediante el programa “Nuestros derechos, nuestras vidas, nuestro futuro” (O3) que capacita a adolescentes y jóvenes del África Subsahariana para que desarrollen las habilidades, los conocimientos y las actitudes que necesitan para prevenir las infecciones por el VIH, reducir los embarazos precoces y no deseados y eliminar la violencia de género.

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