Brigitte Lujano, mujer trans deportada, sobreviviente de más de diez años en prisión en Estados Unidos, fue liberada en 2021 y llegó a México sin rumbo ni dirección. Su relato abre el encuentro con fuerza:
“Soy una mujer trans, y el reto es más complicado. No podemos esconderlo, somos más visibles, más expuestas.”
✨ “Seguir creando puentes es la apuesta más grande que podemos hacer”, se escuchó también en ese espacio, donde la presencia de organizaciones comunitarias inspira a sostener el diálogo y la resistencia frente a un contexto de muros, vigilancia y división.
La llegada de Brigitte Lujano a una organización local le permitió encontrar un lugar de lucha y comunidad. Ella misma lo resume con claridad: “Tal vez faltaba esto: una mujer trans que trabaje en una organización, que sea esa voz de resistencia. Aquí estoy, existiendo y resistiendo.”
Brigitte puntualiza las carencias que padecen las personas migrantes, y de manera aún más aguda las migrantes trans. El acceso a vivienda digna es casi inexistente en la frontera, donde el muro ya no es solo físico, también es burocrático y digital. En el ámbito de la salud, la atención médica suele ser negada y conseguir medicamentos antirretrovirales se convierte en un desafío enorme, especialmente para quienes no hablan el idioma. Ella lo expresa con contundencia: “No debería ser así. El acceso a la salud es un derecho universal.”
Ante estas negativas, las organizaciones recurren a la presión pública mediante denuncias, medios y protestas. Brigitte lo sintetiza con fuerza: “Ya no basta con tocar la puerta, hay que derribarla. No podemos aceptar que se maquillen las situaciones como si todo estuviera bien.”
Su testimonio revela la crudeza de un sistema que expulsa y margina. Las políticas de deportación impulsadas por Trump intensificaron la vulnerabilidad de comunidades trans migrantes, que al llegar a México enfrentan un doble abandono: el del país que las expulsa y el del que les niega derechos básicos. La frontera se convierte en un espacio de espera interminable, donde la vida se reduce a sobrevivir entre muros físicos y burocráticos.
La voz de Brigitte Lujano trasciende lo local y se enlaza con resistencias globales: Palestina, la frontera México-Estados Unidos, comunidades desplazadas en distintas regiones. Todas comparten la misma estrategia de invisibilización y maquillaje de la crisis. Su denuncia deja claro que lo que padecen las personas migrantes —y en especial las migrantes trans— no es un problema aislado, sino parte de una política sistemática de exclusión.













