Todo comenzó con una clase. Cristina Michaus buscaba conectar con su pareja a través del movimiento. A la segunda clase llegó sola… y se quedó. Desde entonces, el tango se convirtió en parte de su vida, de su identidad y de su misión.
Hoy dirige Tango Baja California, un proyecto que nació en 2002 gracias al impulso del profesor José Luis González Vega. “Él fue el fundador… y hace unos cinco años se separó para iniciar otros proyectos personales. Yo me quedé completamente a cargo”, cuenta Cristina, quien desde el inicio estuvo involucrada en la creación y gestión de actividades.
Aunque el número de participantes varía, lo que permanece es el espíritu colaborativo. “Es muy flotante… más que nada son colaboraciones. La principal gestión del proyecto la llevo yo”, explica. Y lo que mueve todo es una causa clara: “Dar a conocer el tango argentino, su historia, su música, sus tradiciones, sus costumbres”.
Tijuana fue el punto de partida. Luego vinieron Rosarito, Tecate, Sonora y Mazatlán. El tango comenzó a expandirse, a buscar nuevos públicos, nuevos espacios. “Compartimos con la comunidad que a lo mejor no está tan familiarizada con lo que es el tango argentino”, dice Cristina. Y lo hacen a través de espectáculos, clases, exhibiciones y encuentros.
En la Expo Artesanal Tijuana 2025, por ejemplo, se presentó con Torva, agrupación musical que ella misma fundó junto a músicos locales. “Formamos Torva para compartir tango… pero no tango de cámara, sino tango bailable”, aclara. Porque no todo el tango suena igual. “Piazzolla es de concierto… pero el tango que tocamos es más para bailar”.
También hay confusiones que vale la pena aclarar. “Mucha gente confunde el tango con el flamenco… pero son cosas muy distintas”. Cristina distingue entre el tango de salón americanizado —parte del ballroom dancing— y el tango argentino, nacido en Buenos Aires y Montevideo. “Empezaron bailando puros hombres… era súper mal visto que las mujeres bailaran”.
Hoy, Cristina sueña con documentar la historia del tango en Tijuana. “Uno de mis proyectos es hacer un tipo biografía… aquí me atrevo a decir que tiene no sé, 30 años”. En el sur de México, el tango tiene más de un siglo; en el norte, apenas comienza a echar raíces.
Reconoce como pioneros al profesor González Vega, a Leticia Almanza, a Cheryl Álvarez del grupo Sin Fronteras Tijuana Tango, y a otros promotores como Fernando Millán, Andrea Moncayo, Mitzi Heym y la pareja de maestros Miguel García, semifinalistas en el Mundial de Tango en Buenos Aires. “Son muy buenos… grandes promotores de la actividad tanguera”.
Para Cristina, el tango es más que danza. “Es un movimiento comunitario… ya bailando con la pareja es muy íntimo”. Habla de un abrazo cargado de comunicación no verbal, de una conexión que va más allá de lo físico. “De broma entre nosotros decimos que ya una vez que entras al tango ya no sales… es como un virus, te da y ya no tiene cura”.
El tango también ha sido refugio emocional. “Muchos tangos hablan de corazones rotos… de venganza, de odio”. Aunque hoy, nuevas orquestas mantienen la esencia musical con letras más amorosas y respetuosas. Incluso fue un género político. “Desarrollaron una jerga secreta que se llama lunfardo… para evitar la censura en la radio”.
Actualmente, Cristina Michaus sigue impartiendo clases todos los días en espacios como Axolot Café Cultural y la Casa de Cultura. “Hacemos muchas actividades para promover el tango aquí en la ciudad”, dice con entusiasmo. Y lo hace con la misma pasión con la que empezó: buscando conexión, comunidad y ese abrazo que, una vez que se aprende, ya no se olvida.















