Con más de 26 años de trayectoria en el periodismo regional, Luis Guillermo Parra Ramos ha tejido una carrera que combina oficio, pasión y una mirada sensible hacia la identidad bajacaliforniana. “Soy de oficio reportero, pero pues de cuestión ya de gusto, me gusta componer y hacer canciones como músico, aunque no soy muy bueno”, confiesa con humildad quien ha sido corresponsal internacional, editor autodidacta y cronista de leyendas locales.
Originario de Hermosillo, Sonora, pero criado desde su primer año de vida en Tijuana, Parra ha transitado por medios como Síntesis, Univisión International Network, Uniradio y proyectos independientes. También ha desempeñado funciones institucionales como coordinador de medios en los ayuntamientos de Tijuana y Rosarito. Su formación en comunicación comenzó en la Universidad Iberoamericana, donde fue parte de las primeras generaciones. “Lo natural fue comunicación… y me dieron la oportunidad en el noticiero Síntesis. Ahí ya me gustó lo de reportero”, recuerda.
Antes de escribir, Parra ya dominaba el lenguaje técnico del audio. “Antes de saber escribir ya sabía cómo funcionaban los micrófonos y cómo se conectaban los aparatos”, relata. Esa habilidad lo llevó a editar sus propias notas, producir reportajes y apoyar en la creación de archivos multimedia, especialmente en radio y plataformas digitales.
Pero su voz no solo se ha escuchado en los micrófonos informativos. Desde joven, la música lo llamó. Participó en el grupo Kumara, dedicado a la música latinoamericana, con el que obtuvo reconocimientos nacionales. Tras una pausa, hace ocho años decidió retomar la composición con un enfoque regional: “Hice un proyecto que lo sigo desarrollando, que son canciones para Baja California”.
Su propuesta musical no busca encasillarse en un solo género. “No hay un género musical así único que identifique a Baja California… igual que su gente, pues son gente que viene de muchos lugares”, explica. Así, ha compuesto baladas, norteñas y piezas inspiradas en la estética vaquera, como “La Tía Juana”, que evoca los orígenes de Tijuana como pueblo de madera en tiempos de los vaqueros.
Entre sus más de 30 composiciones, al menos 20 están dedicadas a Baja California. “Todas son sobre leyendas, cuestiones de identidad… hice canciones sobre la comida china, la Rumorosa, la Bufadora, el cardón, la bailarina de Agua Caliente”, enumera. También ha musicalizado historias como la del cerro El Coronel en Rosarito, el Cuchumá de Tecate y la leyenda del 5 en Mexicali, una figura urbana que pedía exclusivamente monedas de cinco centavos.
Aunque no se dedica profesionalmente a la música, Parra ha encontrado formas de compartir su proyecto. “Yo ensayaba en mi casa… tenía un grupo que me acompaña para esas canciones: un pianista y un cuate que toca el violín, y los tres cantábamos”, cuenta. Las dificultades para coincidir en horarios lo llevaron a tomar una decisión: “Un día dije: yo voy a tocar solo aunque no sepa… y entonces me decidí a cantar solo”.
Con ingenio y autonomía, desarrolló un sistema portátil que le permite presentarse en cualquier lugar. “Tengo bocina con batería y un sistema que lo traigo ahí en esa cajita con efectos… así yo me puedo presentar en donde yo quiera a la hora que yo quiera”, explica. Ha tocado en parques de Tecate, Playas de Tijuana, Santa Fe, Rosarito y en zonas del centro cultural. “A veces estoy sin gente y a veces se junta algo de gente… pero como te digo, lo hago por no quedarme en la casa y estar solo, mejor lo hago aquí”.
Su canal de YouTube, titulado Música Baja California, alberga el proyecto bajo el nombre Cataviña. “Ahí están 15 canciones… me falta subir unas, pero ahí están todas”, dice. Aunque no es viral, ha generado conexiones inesperadas: “Me escribió una secundaria y nos dijo que si podían cantar una canción que se llama El Burro de Tijuana… la cantaron en una asamblea y se me hizo bien suave”.
También ha recibido propuestas para que sus canciones acompañen instalaciones artísticas en Tecate. “Me dijeron: ‘¿podemos usar tus canciones para unas fuentes que querían poner ahí danzantes?’… les dije que sí, nomás me dicen. Ya después no me dijeron nada, pero se me hace muy suave porque siento que son cosas que están cubriendo un vacío”.
Luis Guillermo Parra Ramos no se considera el único en esta labor, pero sí parte de una minoría que escribe para la ciudad. “Hay mucha gente que escribe, pero poca gente que escribimos… he conocido dos o tres casos de gente que escribe para Tijuana”, afirma. Su proyecto, más que musical, es una forma de leyenda viva: “Pues a mí el proyecto… es leyenda”.
Desde los micrófonos hasta las guitarras, Parra sigue siendo una voz que documenta, interpreta y celebra a Baja California. Con cada nota y cada verso, reafirma que la identidad también se canta.



