El sábado 22 de noviembre, el Axolot Café Cultural se convirtió en un espacio de encuentro para la palabra y la sensibilidad. Bajo el título “Palabras al Viento, Acción poética de la frontera”, el colectivo La Madeja reunió a escritores, poetas y maestros que, desde la lectura y la reflexión, dieron vida a una velada cargada de compromiso y emoción.
El recital fue encabezado por Pedro López Solís y Manuel Rosales Padilla, quienes marcaron el rumbo de la jornada con la convicción de que la poesía no es ornamento, sino herramienta de transformación. Rosales Padilla lo expresó con claridad: “Los poemas nacen de la inconformidad, no escriben para agradar, sino para descubrir. La palabra cuando se arriesga puede cambiar algo”. Para él, se trató de una muestra de “poesía valiente”, capaz de interpelar y abrir caminos.
Por su parte, López Solís subrayó la dimensión universal del verso: “La poesía es canto. Sintoniza al mundo. Ojalá los políticos leyeran poesía. Lo único que puede salvar a esta humanidad son los artistas, los poetas”. Sus palabras resonaron como un llamado a reconocer la fuerza de la creación artística en tiempos de incertidumbre.
Voces que tejieron la Madeja
Las participaciones de Guadalupe Rivemar y Alejandra Arreola se movieron entre la evocación de la memoria y la mirada hacia lo cotidiano, recordando que la poesía puede surgir tanto de lo íntimo como de lo común, y que en ambos espacios se encuentra la posibilidad de resistencia y de belleza.
En la voz de Oscar Castaldi y Mary Conde se percibió la diversidad de tonos que ofrece la poesía: desde la crítica social y la denuncia, hasta la delicadeza de lo lírico y la fuerza de lo femenino. Sus lecturas mostraron cómo el verso puede ser al mismo tiempo confrontación y ternura, cuestionamiento y refugio.
Eréndira Solórzano aportó una mirada que dialogó con la frontera, sus heridas y sus posibilidades de encuentro, con un tono reflexivo que invitó a pensar en la poesía como puente y como memoria compartida. A esta pluralidad se sumaron Litsy Fausto y Fernanda Figueroa, estudiantes de la Licenciatura en Derecho de la Universidad de Tijuana CUT, quienes mostraron que la poesía también es un espacio abierto para las nuevas generaciones, capaces de vincular su formación académica con la sensibilidad artística y la fuerza de la palabra.
Dentro de este marco, la presencia de Manuel Rosales Padilla adquirió un peso especial. Además de conducir el recital, compartió poemas que reafirmaron su idea de una “poesía valiente”, aquella que se arriesga a transformar y que nace de la inconformidad. Su intervención dejó claro que la palabra puede ser un acto de resistencia y descubrimiento.
Finalmente, Pedro López Solís cerró la jornada con piezas que reivindicaron la poesía como canto colectivo, capaz de sintonizar con la humanidad y sus contradicciones. Su voz, cargada de convicción, insistió en que los poetas y artistas son quienes pueden salvar a la humanidad, recordando que la palabra, cuando se escucha, puede reconciliar al mundo con su propia voz.
Una acción poética en la frontera
El recital fue más que una lectura: se convirtió en una acción poética que reafirmó la importancia de la palabra en un territorio marcado por la diversidad y la tensión. Cada intervención sumó un hilo a la madeja de voces que, desde la frontera, buscan transformar la realidad con versos que arriesgan, descubren y cantan.















