El aumento del desempleo y la reducción de oportunidades causadas por la pandemia pueden afectar desproporcionadamente a los más pobres, haciéndolos más vulnerables al uso de drogas y también al tráfico y el cultivo de drogas para ganar dinero. El coronavirus también ha provocado una escasez de opioides, lo que a su vez puede hacer que las personas busquen sustancias más fácilmente disponibles y más peligrosas.
El uso del cannabis con fines no medicinales contraviene los tratados internacionales de fiscalización de drogas y es un riesgo para la salud, advierte un nuevo estudio de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).