lunes, diciembre 1, 2025

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«Cada ausencia es una herida»: Fernando Ocegueda y el llamado urgente contra la desaparición forzada

Por supuesto, Isaías. Aquí tienes la nota ajustada, con la sección sobre la eliminación de la Comisión Estatal de Búsqueda retirada, manteniendo coherencia narrativa y fuerza testimonial:

La crisis de desapariciones en Baja California continúa siendo una herida abierta que interpela a instituciones, comunidades y medios de comunicación. Frente a la falta de respuestas efectivas y el debilitamiento de mecanismos de búsqueda, diversas voces han emergido para exigir verdad, dignidad y reparación, articulando esfuerzos desde la sociedad civil y el activismo con enfoque en derechos humanos.

El maestro Fernando Ocegueda Flores, director y fundador de la Asociación Unidos por los Desaparecidos de Baja California, participó como invitado en una conferencia de prensa donde ofreció un testimonio revelador sobre esta problemática. Activista social y defensor de derechos humanos, expuso omisiones institucionales, retrocesos legislativos y propuestas urgentes para dignificar a las víctimas. “No estamos pidiendo favores, estamos exigiendo derechos. La desaparición de una persona no puede tratarse como un trámite administrativo”, afirmó.

La conferencia de prensa correspondió a la edición de agosto de la serie En Contexto, organizada por el Colegio de Comunicólogos de Baja California y presidida por el maestro Isaías Plascencia Rosales. El encuentro reunió a periodistas, generando un espacio de análisis crítico sobre el papel de los medios en la visibilización de las ausencias, el acompañamiento a las familias y la exigencia de respuestas institucionales.

Durante su intervención, Ocegueda compartió la historia de la fundación de la asociación tras la desaparición de su hijo Fernando en 2007. “Cuando desapareció mi hijo, no había protocolos, no había voluntad, no había nada. Lo que hicimos fue construir desde el dolor una herramienta colectiva para que nadie más tuviera que empezar desde cero”, relató. Desde entonces, su labor se ha convertido en referente nacional en la lucha por la verdad.

Ocegueda también cuestionó la falta de coordinación entre instancias gubernamentales y la ausencia de protocolos efectivos en los primeros momentos tras una desaparición. “Las primeras horas son vitales, pero muchas veces lo que encontramos es indiferencia, burocracia y silencio. Eso mata”, advirtió.

En otro momento, subrayó la importancia de la participación ciudadana y el acompañamiento comunitario. “No hay institución que pueda sola. Las búsquedas las hacemos con nuestras manos, con nuestros recursos, con nuestra fe. Y lo que pedimos es que el Estado no nos estorbe, que nos escuche, que nos respalde”, dijo con firmeza.

También hizo un llamado a los medios de comunicación para que asuman un rol más ético y comprometido. “No queremos notas amarillistas ni cifras frías. Queremos que se cuenten las historias, que se nombren los rostros, que se entienda que detrás de cada desaparición hay una familia rota y una comunidad herida”, señaló.

En respuesta a una pregunta sobre el impacto emocional en las familias, Ocegueda fue enfático: “La desaparición no termina con la ausencia física. Es una herida que se reactiva cada día, cada vez que el Estado nos ignora, cada vez que los medios nos reducen a estadísticas. Vivimos en duelo suspendido, y eso también es violencia.”

Finalmente, insistió en la necesidad de que las autoridades reconozcan la legitimidad de las organizaciones de familiares como actores clave en la construcción de políticas públicas. “No somos enemigos del Estado. Somos quienes han hecho el trabajo que el Estado no quiso hacer. Lo mínimo que pedimos es respeto, interlocución y voluntad.”

Al cierre de la conferencia, el maestro Isaías Plascencia Rosales subrayó la dimensión colectiva del problema: “La desaparición forzada de personas es algo que no debería suceder. Es un crimen que desgarra a familiares, así como a las comunidades y territorios en México. Las desapariciones intentan además borrar historias, vínculos y futuros. Las personas desaparecidas no son cifras, son hijas, hermanos, madres, estudiantes, trabajadores y soñadores. Cada ausencia es una herida abierta en el tejido social. Deben visibilizarse más los casos de desapariciones, no silenciarlas, porque la memoria no es solo recuerdo, es acción.”

Plascencia enfatizó que la desaparición forzada no solo vulnera derechos individuales, sino que desestructura el sentido de pertenencia y rompe los lazos que sostienen la vida comunitaria. “Cada caso es una fractura en el relato colectivo, una interrupción violenta de lo que pudo ser. Y frente a eso, el silencio institucional es también una forma de complicidad.”

Desde su rol institucional, hizo un llamado a los medios, universidades y espacios públicos a asumir una responsabilidad activa en la visibilización de estas ausencias. “No basta con informar: hay que acompañar, hay que dignificar, hay que construir narrativas que restituyan humanidad y contexto. La comunicación debe ser también una forma de reparación.”

Finalmente, reafirmó el compromiso del Colegio de Comunicólogos con la ética, la memoria y la justicia social. “Desde En Contexto seguiremos generando espacios que dignifiquen las voces, que amplifiquen las luchas y que contribuyan a reconstruir los vínculos rotos en detrimento del tejido social.”

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