La historia de la acuicultura de los ostiones en México tiene raíces profundas en Baja California, y pocos nombres resuenan con tanto orgullo como el de Don Pancho, Francisco Sesma. En una época donde el cultivo de la tierra predominaba, Don Pancho tuvo la audaz visión de explorar y aprovechar los recursos del mar, marcando el inicio de una transformación en San Quintín y más allá.




En 1976, Don Pancho fundó la cooperativa Chapalita, integrada por ejidatarios con el sueño de cultivar ostiones. Aunque los retos no se hicieron esperar y las normativas laborales de aquel entonces obligaron a la cooperativa a evolucionar, esta se transformó en la Sociedad Cooperativa Bahía Falsa. Bajo su liderazgo, esta sociedad fue pionera en la producción de ostiones en la región, operando con éxito por más de 16 años.
La llegada de cambios legales durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari abrió las puertas para que las cooperativas se diversificaran. Así, Bahía Falsa dio paso a 12 empresas familiares, cimentando la industria de la acuicultura en Baja California. Gracias a este modelo, hoy en día localidades como Guerrero Negro, Bahía de Los Ángeles, y San Luis Gonzaga han prosperado en la producción de ostiones.
El impacto de Don Pancho no se limitó al mar. Su liderazgo se extendió a la Confederación Nacional Campesina, donde abogó por los derechos de su comunidad, llegando a ser el primer diputado local de la zona sur de San Quintín. Su legado va más allá de los ostiones; representa un espíritu innovador y una visión comunitaria que aún inspira.
Gracias a su dedicación y a la colaboración de muchas manos trabajadoras, Baja California no solo adoptó un nuevo modelo productivo, sino que se convirtió en un referente en la co-cultura. Así, Don Pancho no solo cultivó el mar, sino también el orgullo y la unidad de toda una región.






