La Secretaría de Cultura de Tijuana, en colaboración con el Consejo de la Crónica del Municipio y el Archivo Histórico de Tijuana, presentó la conferencia Costumbres navideñas en Tijuana, impartida por el cronista Mario Ortiz Villacorta Lacave.
En su exposición, Ortiz Villacorta explicó que la Navidad, aunque reconocida como una festividad cristiana, tiene raíces más complejas que se remontan a celebraciones paganas. Señaló que “el 25 de diciembre se produjo la cristianización” y que la fecha se vinculó con el Día del Nacimiento del Sol Invicto, una celebración romana asociada al solsticio de invierno.
El cronista subrayó que el sol ha sido considerado fuente de vida en distintas culturas y que la Iglesia católica adoptó esta fecha como parte de un proceso de sincretismo. “Los escritores cristianos de la época relacionaban el renacimiento del sol con el nacimiento del hijo de Dios”, comentó, aludiendo a cómo las prácticas religiosas se fusionaron con tradiciones populares.
Ortiz Villacorta recordó que las Saturnales romanas, celebradas del 17 al 23 de diciembre en honor al dios Saturno, influyeron en las costumbres actuales. “Se comía, se bebía, había alegría y se intercambiaban regalos, costumbres que hoy forman parte de la Navidad”, compartió. Incluso mencionó que durante esas festividades los roles sociales se invertían, con esclavos y amos intercambiando posiciones, lo que reflejaba un ambiente de carnaval y relajación de normas.
El cronista también explicó que la fecha del 25 de diciembre se consolidó en el siglo III gracias al historiador cristiano Sextus Julius Africanus, quien difundió la idea de que ese día correspondía al nacimiento de Jesús. “Alguien tenía que hacer esta propuesta y fue Julius quien lo hizo”, puntualizó.
Otro razonamiento teológico, añadió, vinculó el 25 de marzo, fecha del equinoccio de primavera, con la concepción de Jesús, lo que daría lugar a su nacimiento nueve meses después, el 25 de diciembre. “Así que el 25 de diciembre, nueve meses después, tiene sentido que naciera”, explicó.
Ortiz Villacorta destacó que la Navidad se transformó en una festividad familiar y universal, aceptada también por coincidir con el cierre del año. En México, dijo, se ha convertido en un periodo popular conocido como Guadalupe-Reyes, que inicia el 12 de diciembre con la celebración de la Virgen de Guadalupe y concluye el 6 de enero con la llegada de los Reyes Magos.
El árbol de Navidad
El cronista dedicó un apartado especial al árbol de Navidad, tradición que se difundió en el siglo XIX en Europa y posteriormente en el mundo. “Hoy debe haber un árbol de Navidad en cada casa, aunque sea pequeño”, expresó. Explicó que el pino, como árbol perenne, simboliza permanencia y esperanza, y recordó que su origen se vincula con costumbres paganas del norte de Europa relacionadas con el dios Odín y con la mitología de Yggdrasil, el árbol del universo.
Ortiz Villacorta también habló de la tradición de colocar el árbol el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, y compartió recuerdos personales de los nacimientos que su madre poblana solía montar en casa. “Mi madre era poblana y en su casa fue una tradición poner enormes nacimientos”, dijo, mencionando incluso a un amigo ateo que cada año arma un nacimiento de más de cuatro metros cuadrados.
Elementos del árbol navideño
El cronista recordó adornos tradicionales como la estrella, que remite a la estrella de Belén y al anuncio del ángel Gabriel; las esferas, que representan abundancia y fecundidad; los lazos, símbolo de unión familiar y amor eterno; y las luces, que hoy son eléctricas pero en épocas antiguas eran velas reales, lo que constituía un gran peligro.
Incluso evocó la moda del “pelo de ángel” en los años cincuenta, un adorno de fibra de vidrio que causaba irritación y fue retirado del mercado. “Hasta comezón siento cuando me lo dicen”, comentó entre risas.
El pesebre
Ortiz Villacorta destacó la importancia del pesebre como representación en miniatura del lugar donde nació Jesús de Nazaret. Explicó que cada figura tiene un significado: José como padre putativo, María como madre virgen tras el anuncio del arcángel Gabriel, y los reyes magos como representantes de distintas regiones del mundo que reverencian al Mesías.
La presencia de animales como la mula, el buey y los borregos simboliza el inicio de la domesticación en la cultura humana. En México, añadió, la tradición barroca ha enriquecido los nacimientos con elementos adicionales como cabañas, figuras del demonio y ermitaños, creando escenas más complejas y coloridas.
Santo Claus
Finalmente, Ortiz Villacorta habló de la imagen moderna de Santo Claus, señalando que es una deformación idiomática mexicanizada. “En México no se le llama Santa, sino Santo Claus”, explicó. Recordó que la figura contemporánea, con traje rojo y blanco, fue popularizada en el siglo XIX por ilustraciones de Thomas Nast y más tarde reforzada por la publicidad de Coca-Cola en el siglo XX.
“Esta representación ha perdurado convirtiéndose en único ícono de la Navidad en todo el mundo. Yo pienso que a veces hasta negativamente”, comentó. Describió cómo Santo Claus se ha transformado en un personaje gordo, de barba blanca, al que incluso se le ha inventado una esposa, un trineo con un reno de nariz roja que habla y un grupo de duendes que trabajan todo el año sin salario fabricando juguetes.
La charla permitió comprender cómo la Navidad, más allá de su sentido religioso, es resultado de un proceso histórico de fusiones culturales que dieron forma a las celebraciones actuales, y cómo estas costumbres se han arraigado en Tijuana a lo largo de las décadas.
