Horarios, tareas, exámenes y exposiciones en clase, son solo una parte de los componentes de la vida estudiantil, desde la educación básica, hasta el nivel superior, la universidad, algo que se convierte en una constante, hábito y hasta costumbre con sus respectivos beneficios a mediano y largo plazo, pero con posibles consecuencias en algún momento del largo recorrido.
La Psicóloga Esrmirna López, sostiene que el estrés «afecta tanto al bienestar emocional como al rendimiento académico de los estudiantes, lo que puede llevar a problemas de salud mental, como ansiedad y depresión, así como a dificultades físicas como dolores de cabeza, problemas digestivos y fatiga. Además, puede influir negativamente».
La también integrante del equipo docente de Universidad CIES, expresa que este padecimiento se manifiesta de diversas maneras, dependiendo de la edad y del nivel educativo del estudiante.
«En niños de nivel básico, puede aparecer como irritabilidad, cambios en el apetito, problemas para dormir o comportamientos regresivos. En adolescentes y adultos jóvenes, puede manifestarse como ansiedad, aislamiento social, conductas de riesgo o una disminución significativa en el rendimiento académico. La detección temprana es clave y puede lograrse mediante la observación de cambios en el comportamiento, el rendimiento académico y la comunicación directa con el estudiante».
En cuanto a las acciones para detectar, controlar o contrarrestar el estrés, mencionar que «el protocolo de atención debe comenzar con la identificación de los estudiantes afectados a través de la observación y la comunicación. Posteriormente, se deben implementar estrategias de apoyo, como la orientación psicológica, la adaptación de la carga académica y la mejora del ambiente escolar. Es fundamental involucrar a padres, maestros y orientadores para crear un plan de intervención que considere las necesidades individuales del estudiante».
Agregó que el control del estrés escolar «implica la implementación de estrategias preventivas y de manejo del estrés, como la enseñanza de habilidades de afrontamiento, la promoción de un ambiente escolar positivo y la reducción de la presión académica excesiva. Para evitar el estrés, es esencial fomentar la autonomía del estudiante, ofrecer apoyo emocional y asegurar un equilibrio saludable entre las actividades académicas y recreativas. En casos
más graves, puede ser necesario un tratamiento psicológico especializado».
Dado el ritmo de vida, el nivel de exigencia, las expectativas sociales, así como las aspiraciones personales, lo que cada día las personas dentro y fuera de un plantel, deban enfrentarse a retos, que pueden llegar a ser estresantes y dañinos en la salud física y mental, con repercusiones variables, por ello es que se han ido implementando medidas para lidiar con este mal que agobia el panorama contemporáneo de la humanidad.