En Tijuana, 35 niños en situación de movilidad —31 de origen haitiano y cuatro estadounidenses— reciben clases de español como parte de un esfuerzo del Programa Binacional de Educación Migrante (PROBEM). Este curso de verano busca prepararles lingüísticamente para su ingreso a la escuela secundaria, enfrentando un sistema educativo en un idioma que no dominan.
Estas clases de español a niños migrantes son parte del eje de apoyos educativos y culturales del PROBEM, con especial atención a menores que no tienen el español como lengua materna. La necesidad es urgente: muchos llegan con un vocabulario limitado o sin estructura gramatical en español, lo cual complica su desempeño escolar. El programa incluye vocabulario básico, formación en gramática y ejercicios de integración cultural.
Una necesidad creciente en las aulas de Tijuana
El incremento en la matrícula de estudiantes extranjeros en Tijuana ha hecho evidente la importancia de las clases de español a niños migrantes. De acuerdo a lo detallado por Yara López López, coordinadora del programa, actualmente siete de cada cien alumnos en la educación básica son extranjeros. Tan solo en 2023, 169 escuelas recibieron al menos un estudiante migrante, y en 2024 la cifra podría duplicarse.
El reto es mayor en zonas donde la concentración de menores en movilidad es más alta, como en las escuelas del centro de la ciudad. En estos casos, es común que varios alumnos por aula no hablen español, lo que puede afectar la dinámica escolar general. Por eso, las estrategias van desde cursos lingüísticos hasta talleres de sensibilización para docentes.
Puentes lingüísticos y culturales antes del ciclo escolar
Las clases de español a niños migrantes no solo enseñan un idioma: preparan para una vida escolar plena. El curso de verano no es nuevo: en 2023 se implementó por primera vez con buenos resultados. Ahora, con más familias enteradas “de boca en boca”, la iniciativa ha crecido y se convirtió en una herramienta clave para garantizar una transición más suave hacia la secundaria.
El curso distingue entre los grupos que provienen de contextos angloparlantes y aquellos que hablan creol francés, como muchos menores haitianos. A través de materiales como Mientras llego a mi escuela y Donde voy, la escuela va conmigo, se abordan temas como festividades, comidas o costumbres escolares, reforzando la inclusión social.
Aunque actualmente el programa se concentra en Tijuana, los responsables no descartan extender el modelo de clases de español a niños migrantes a otras ciudades fronterizas con alta población migrante. El objetivo a mediano plazo es garantizar que ningún niño enfrente el inicio del ciclo escolar sin una mínima preparación en el idioma.
Para muchos de estos menores, el español no es una lengua de uso cotidiano. Algunos, incluso, son hijos de mexicanos nacidos en el extranjero que nunca han estado en una escuela mexicana. Por ello, las clases de español a niños migrantes se convierten en una herramienta de justicia educativa para enfrentar el desafío de la integración escolar en contextos de alta movilidad.
