La calidad del aire es un tema que, año tras año, afecta a los habitantes de Mexicali y otras ciudades importantes de Baja California, como Tijuana. La población recibe constantes avisos sobre la peligrosidad de la contaminación y recomendaciones para limitar las actividades al aire libre, particularmente el ejercicio.
Pero, ¿qué es exactamente lo que están respirando los habitantes de esta región? Según la Asesora Técnica del Centro de Innovación y Gestión Ambiental México A.C. Jessica Castañeda Castillo, el problema radica en las partículas contaminantes suspendidas en el aire, especialmente las conocidas como PM10 y PM2.5.
Estas partículas se diferencian por su tamaño y peligrosidad. Las partículas PM10, al ser inhaladas, se depositan en las mucosas y pueden ser parcialmente filtradas por el organismo. Sin embargo, las PM2.5 son más peligrosas debido a su menor tamaño; estas pueden penetrar hasta los alvéolos pulmonares y actuar como vehículos para sustancias tóxicas o biológicas. “Lo preocupante es lo que estas partículas transportan: desde compuestos tóxicos hasta esporas y otros contaminantes”, explicó Castañeda.
La ingeniera también señaló que, si bien las estaciones de monitoreo emiten reportes de calidad del aire basados en la medición de partículas y, ocasionalmente, ozono, estos no reflejan la totalidad del problema. “El sistema debería estar monitoreando todos los contaminantes criterios, como ozono,dióxido de azufre, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, para obtener una imagen completa”, agregó.
En Baja California, la red de monitoreo es limitada. Apenas existen cuatro estaciones normadas, y estas, en su mayoría, solo proporcionan datos sobre partículas y en ocasiones ozono. “Esto es preocupante, ya que no sabemos a ciencia cierta qué otros contaminantes están presentes en el aire que respiramos”, destacó Castañeda. La situación es similar en otras ciudades del estado, donde las condiciones meteorológicas, la humedad y la presión atmosférica juegan un papel fundamental en la dispersión de estos contaminantes.
A nivel internacional, existen normativas claras que especifican qué contaminantes deben ser monitoreados para evaluar de manera precisa la calidad del aire. En México, se reconocen estos contaminantes criterios, y la normatividad establece los máximos permisibles de cada uno. Sin embargo, la falta de monitoreo integral impide un análisis completo de la situación.
El problema de la calidad del aire en Baja California no es nuevo. Castañeda mencionó el programa ProAire, que data de 2006 a 2015, y que ya identificaba problemas significativos, especialmente con el ozono. “El ozono puede resecar las mucosas, permitiendo que las partículas entren de manera más directa al organismo. No solo es importante qué contaminante está fuera de norma, sino también en combinación con qué otros, ya que esto determina la gravedad de las afectaciones a la salud”, señaló.
La asesora técnica del CIGAMX, enfatizó que las políticas públicas deben estar diseñadas para atender la problemática a largo plazo. “No basta con medidas temporales como pedir a la población que no queme basura o que no use pirotecnia. Necesitamos un plan estructurado que contemple la realidad del parque vehicular, la industria y otros factores generadores de contaminación”, recalcó.
Un ejemplo ilustrativo es la ciudad de México, donde medidas como el programa “Hoy No Circula” han tenido un impacto importante gracias a una red de monitoreo más amplia y una verificación vehicular rigurosa. En contraste, en Baja California, la falta de verificación vehicular se ha exacerbado con la reciente regularización de casi 400 mil vehículos (llamados chocolate) sin un control de emisiones adecuado.
Castañeda subrayó que los efectos de la contaminación no se limitan al sistema respiratorio. “La exposición prolongada a la contaminación puede causar hipertensión, problemas cardíacos y afecciones en otros sistemas como el nervioso, inmunológico y reproductivo. Es esencial que empecemos a darle a la calidad del aire la importancia que merece, como lo hacemos con otros programas preventivos de salud, tales como los de diabetes o cáncer de mama”, explicó.
El problema radica en que la contaminación es un enemigo silencioso. La gente de Mexicali, lamentablemente, se ha acostumbrado a respirar aire de mala calidad. Sin embargo, es crucial que se realice un monitoreo más completo y se adopten políticas que se mantengan en el tiempo, permitiendo no solo la identificación del problema, sino también la evaluación de las medidas implementadas.
“Lo que estamos viendo ahora es solo la punta del iceberg”, concluyó Castañeda. La falta de información y diagnóstico limita la capacidad de reacción, impidiendo el desarrollo de estrategias que realmente ataquen la raíz del problema.
Las alertas diarias no significan una solución a la mala calidad del aire, sólo son señal de una problemática existente y cada día más grande. Es hora de mirar más allá y comprometerse con una planificación integral para garantizar un aire más limpio y un futuro más saludable para todos los habitantes de Baja California.