El Seguro Popular se creó durante el sexenio de Vicente Fox en el marco del Programa Nacional de Salud que buscaba incorporar gradualmente a las y los mexicanos, sin seguridad social, a un esquema de “aseguramiento” para recibir atención médica.
Para ser parte del Seguro Popular se necesitaba acudir a un módulo de afiliación, entregar documentación personal y cumplir con una serie de requisitos. Los posibles beneficiarios pasaban por un estudio socioeconómico que determinaba cuánto debía pagar la persona para recibir los servicios. Si se cumplía con esos requisitos se entregaba una póliza con una duración de tres años.
Es cierto que en la mayoría de los casos el Seguro Popular era gratuito, pero únicamente brindaba cobertura de atención para 294 intervenciones, 633 tipos de medicamentos y 37 insumos específicos.
En los hechos, el Seguro Popular era una financiera que se dedicaba a transferir recursos a subsistemas estatales, que a su vez decidían cómo y en qué gastaban esos recursos, muchas veces privilegiando la contratación de servicios privados.
Ese mecanismo de transferencias generó grandes desigualdades en el acceso a la salud, pues cada estado definía su modelo sin una articulación clara entre los niveles de atención y, sobre todo, prevalecía lo hospitalario antes que lo preventivo. Las consecuencias de esa perspectiva fueron muy claras: Durante los últimos años el país tuvo un crecimiento exponencial en los niveles de diabetes e hipertensión de su población y las enfermedades del corazón son la principal causa de muerte.
En los últimos meses, derivado de un estudio de Coneval que tomó datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos del Inegi realizada en 2022, se ha dicho que más de 30 millones de mexicanos perdieron el acceso a servicios de salud. Resulta curioso que para llegar a esa conclusión se preguntó a las personas si se encontraban afiliados o inscritos al Seguro Popular, ¡mecanismo que desapareció en 2018!
Por tanto, dichas afirmaciones son totalmente falsas: ningún hospital cerró cuando desapareció el Seguro Popular, por el contrario, se pusieron a operar más unidades, se concluyeron las que quedaron abandonadas, se cerraron las cajas de cobro y se ha invertido para poner a operar la infraestructura que tenía el nombre de hospital, pero que sólo funcionaba, en el mejor de los casos como unidades para consultas de médico general.
Lo que hay que reconocer del Seguro Popular es su programa de afiliación, que en 2018 reportó tener al 44.7 por ciento de la población asegurada. Quienes diseñaron este mecanismo han reconocido que Seguro Popular era una marca y no una prestadora de servicios, que se basaba en el criterio de: Mientras más personas se afiliaban, más recursos transfería a cada estado.
Actualmente en el IMSS Bienestar, la institución prestadora de atención médica para personas sin seguridad social, comenzamos con un proceso de entrega de credenciales a los beneficiarios de la misma. Durante los próximos meses estaremos distribuyendo y entregando las primeras 9.5 millones de credenciales.
A diferencia de la afiliación del Seguro Popular, la credencialización del IMSS Bienestar está vinculada a un modelo de atención a la salud [1] que privilegia una visión preventiva asociada a la unidad de Primer Nivel y además, no solo permitirá la identificación del beneficiario, también cuenta con un código QR con el que se podrá consultar de manera digital el expediente clínico de cada paciente.
Estamos seguros que con la credencialización avanzamos hacia la Universalidad del Sistema Nacional de Salud y haremos que todo en el país sea Bienestar.
[1] Acuerdo por el que se emite el modelo de Atención a la Salud para el Bienestar (Mas-Bienestar), DOF, 25 Octubre, 2022.
NOTA: información publicada en Milenio y en el sitio web del IMSS el 9 de julio 2024