Antes de las 8 de la noche, algunas madres y miembros de colectivos de búsqueda se dieron cita en el Monumento a la Madre en Tijuana.
Se preparaban para una noche de vigilia: colocaban cuerdas en el monumento, donde sostendrían un atrapasueños, mientras otros miembros del grupo iban entretejiendo lo que un día fue una cobija y que ahora sería transformado en un atrapasueños gigante.
Otras madres colocaban lonas con la información de sus hijos, hablaban con los compañeros de medios de comunicación, encendían velas y acomodaban fotos en los escalones, sumando al ambiente de nostalgia el sonido de una bocina encendida con canciones que expresaban el dolor que viven estas madres buscadoras.
Algunas comentaban: «Ni la comisión de búsqueda de desaparecidos hace bien su trabajo; nosotros hacemos lo que las autoridades deberían estar haciendo”.
Además, una madre buscadora mencionó que las autoridades clasifican mal los casos, diferenciando entre homicidios culposos y homicidios dolosos, pero dejando de lado si la víctima fue una persona desaparecida.
Esta falta de precisión en la clasificación impide que se reconozca el verdadero contexto de muchas desapariciones y retrasa la justicia para las familias que siguen buscando respuestas.