La alimentación es un pilar fundamental para la salud y el bienestar, especialmente en la infancia y el embarazo. En estas etapas, una nutrición adecuada permite un desarrollo óptimo, previene enfermedades y fortalece el organismo. La Dra. Cristela Tagle, en una sesión virtual, explicó la importancia de establecer hábitos alimenticios saludables y proporcionó recomendaciones clave para una alimentación segura y efectiva.
En el caso de los niños, una dieta equilibrada les ayuda a crecer sanos y fuertes, mejora su sistema inmunológico y previene enfermedades como la obesidad infantil y la diabetes. Al incluir alimentos ricos en proteínas, vitaminas y minerales, se favorece su desarrollo cognitivo y su capacidad de aprendizaje. Además, la elección de ingredientes frescos y variados refuerza su habilidad para combatir infecciones y disfrutar de una mejor calidad de vida.
Para las mujeres embarazadas, la nutrición tiene un impacto directo en la salud del bebé y en el bienestar de la madre. Los nutrientes esenciales contribuyen a la formación de órganos, huesos y sistemas vitales del feto, asegurando un embarazo saludable. También ayudan a mantener la energía materna, reducen el riesgo de complicaciones como la diabetes gestacional y preparan el cuerpo para el parto. Comer de manera equilibrada, sin caer en el mito de «comer por dos», es clave para evitar excesos y asegurar una ingesta de calidad.
Además de elegir los alimentos adecuados, es fundamental garantizar su correcta manipulación y preparación. Lavar y desinfectar frutas y verduras con agua potable previene enfermedades transmitidas por alimentos contaminados. La leche debe ser pasteurizada o hervida para eliminar bacterias. Todos los alimentos deben cocinarse a una temperatura mínima de 70°C para asegurar su inocuidad, evitando el uso del microondas por su cocción desigual. También es recomendable descongelar completamente los productos antes de cocinarlos y consumirlos inmediatamente, especialmente en épocas de calor cuando los microorganismos proliferan más rápido.
La contaminación cruzada es otro riesgo que se debe evitar al preparar los alimentos. Es importante separar los productos crudos de los cocidos, usar utensilios diferentes para cada tipo de alimento y mantener una higiene rigurosa en la cocina, incluyendo el lavado frecuente de manos. Además, para garantizar una alimentación segura, se debe utilizar siempre agua potable, evitando cocinar con agua de llave sin filtrar.
Existen nutrientes esenciales que no pueden faltar en la dieta de niños y mujeres embarazadas. El calcio es fundamental para la formación ósea del bebé y se encuentra en lácteos, almendras, espinaca y salmón. La vitamina D mejora la absorción de calcio y fortalece el sistema inmunológico, presente en el huevo, pescados grasos y la exposición solar. El potasio es esencial para la función celular y muscular, y se encuentra en hojas verdes. La fibra, presente en leguminosas y frutas, favorece la digestión y genera sensación de saciedad. Las grasas saludables, como el aceite de oliva y el aguacate, son ideales para una alimentación equilibrada. También es importante reducir el consumo de azúcares y sodio, optando por alternativas naturales como hierbas aromáticas y limón.
Por último, para garantizar una alimentación personalizada y adaptada a necesidades específicas, es recomendable acudir a un nutriólogo. En el caso de pacientes con enfermedades renales u otras condiciones médicas, un especialista puede diseñar una dieta apropiada que optimice su bienestar.
Cuidar la alimentación desde la infancia y durante el embarazo es una inversión en salud y calidad de vida. A través de pequeños cambios en los hábitos alimenticios, es posible disfrutar de una vida más saludable y prevenir enfermedades a largo plazo.